Enamorada del Amor

Os voy a contar un secreto: vivo enamorada del Amor.

Vivo enamorada de esa fuerza sobrenatural que todo lo puede.

Vivo enamorada de ese sentimiento tan fuerte que se tienen dos personas.

Vivo enamorada de todos y cada uno de los detalles que se hacen por amor.

 Muchos se han arriesgado a definirlo, en cambio yo soy incapaz de hacerlo. Pero por experiencia propia diré que es una fuerza arrolladora que te lleva a sobrepasar todos tus límites, que te lleva a hacer las cosas más absurdas que jamás imaginaste qué harías.

Todos conocemos el amor. De un modo u otro, en cualquiera de sus muchas variantes, pero todos lo conocemos. Tú, estimado lector, conoces esa fuerza que te ha llevado a lugares inesperados, a convertirte incluso en alguien totalmente diferente. Unos tienen más suerte, otros menos, pero si de algo estoy segura es de que el amor es el motor que mueve el mundo.

Es el sentimiento que nos trae las mayores alegrías. Cuando tras un mal día llegas a casa y te encuentras con esa persona que te escucha, que te comprende, que te AMA, sientes que todo irá mejor, sientes que eres afortunado por tener algo de semejante valía –y si ese no es tu sentimiento, perdóname, pero una incalculable lástima llena mi corazón por ti-. Cuando nos reencontramos con la persona amada tras una larga separación, sentimos como si volviésemos a nacer, como si hubiésemos recuperado una parte de nosotros sin la que no podemos vivir. Gracias al amor, y no sólo el de pareja, vivimos los mejores momentos de nuestras vidas. ¿O acaso no somos felices cuando estamos junto a esos amigos y familiares que queremos?

Ah, pero muchos son los que piensan que el amor es sufrimiento. Cuánta razón tienen éstos también, pues nos trae las peores desdichas. ¿Quién no ha llorado por amor? ¿Quién no se ha cabreado tanto con la persona a la que amaba que incluso dolía? Muchos también son los que han llegado a odiar por esta causa. Pues, nadie odia tras la indiferencia, pero si se odia tras el amor.

Esto no es todo, el amor es uno de los sentimientos más complejos e indescifrables. ¿Qué sucede cuando el amor termina? Incluso el hecho de darte cuenta de que ha terminado duele. Y entonces, cuando estás solo, no puedes pensar en otra cosa sino en el amor. En el cariño, fé y confianza que otra persona puede depositar en ti, que tú puedes depositar en otra persona… Cuando tarda en llegar, nos volvemos inseguros, desconfiados y finalmente perdemos la esperanza, hasta el punto de llegar a pensar que nunca vamos a encontrar a alguien que nos ame.

Sandeces. Pero es que este sentimiento es tan importante que nos es imposible dejar de pensar en él. Y deberíamos a hacerlo. Deberíamos concentrarnos en “cosas más importantes”, pero la verdad es que para mí, no existe nada que tenga más valía que ese sentimiento.

Porque, tal vez tú no lo pienses, pero como ya te he dicho, para mí, el amor es el motor que mueve el mundo. Esto es tan cierto como que no sólo sucede en las parejas, sucede en la vida cotidiana: amas una comida, tienes una afición un hobbie que es al fin y al cabo algo que amas hacer, conoces a gente a la que amas (amigos, familiares, parejas, hijos…) e incluso mucha gente se dedica a ciertas profesiones porque las ama.

¿Veis cuán importante es el amor?

Pero también le tenemos miedo. Decir que amamos a otra persona es junto con “Lo siento” las cosas que más suelen costar pronunciar. Aceptar que amamos es un paso difícil para muchos. E incluso hay casos en los que hemos temido reconocer las cosas que nos gustan hacer, por miedo a lo que eso conlleva o al famoso “qué dirán”.

No soy una consejera. Pero deberíamos ser valientes y reconocer que amamos y queremos seguir amando, porque a nadie le gusta sentirse vacío, y lo único que consigue hacernos sentir completos es, al fin y al cabo, el amor. Recordad que el amor nos hace libres.

Disculpad mi excursión filosófica, completamente descarrilada del blog, sobre el amor. Pero sentía que debía decirle todo esto a alguien. Que debía compartir un poquito de mi amor con ustedes, fieles seguidores.

Un abrazo muy fuerte, Melinda.