¿Me habéis echado de menos?

Queridos lectores: ¡he vuelto!

Me he tomado una semana “sabática” después de los exámenes, en la que me he dedicado a leer, a reunir información sobre cosillas que os quiero contar y a descascar, que también me lo merezco jajajaja.

Bien, para comenzar, hay algo a lo que llevo mucho tiempo dándole vueltas. Todos sabéis que la mayoría de los blogger usamos un nick. El mío tiene una historia especial que recuerdo con mucho cariño, porque no fui yo precisamente la que lo escogió. En su momento me pareció perfecto y “Melinda Cunningham” es una parte de mí que adora la literatura, escribir y dar su opinión.

Soy una persona que cree que la vida tiene etapas, y que hay que pasar por unas para llegar a las otras, incluso tenemos que atravesar muchas para alcanzar nuestro objetivo final. Mi seudónimo era parte de una de esas etapas, me lo pasé muy bien e hice muchas cosas con ese nombre, incluso me ayudó a crear este blog (que me ha ayudado a conocer a personas maravillosas). Sin embargo, también contiene algunos de mis miedos, y algunas de las cosas que falsamente he creído durante mucho tiempo y pienso que es el momento de dejarlas atrás.

Otra de las cosas que me invita a “desvelar mi identidad” (me siento como Gossip Girl en estos momentos jajajaja), es mi madre. Ella fue la que desde que era una niña me ayudó a crear algunos de los sueños literarios que tengo, la que me enseñó que leer es aprender y el conocimiento tiene una importancia suprema, la que confió ciegamente en mí cuando comencé a escribir... Y recuerdo el día que le dije que firmaba como Melinda Cunningham como si fuera hoy. Nunca he visto a nadie más decepcionado en mi vida. Desde ese momento hay una llaga que me dice que usar otro nombre no termina de ser lo correcto.

¿Otro motivo? Recientemente he vivido uno de los momentos más dulces y gratificantes de mi vida. La editorial Divalentis lanzó su I Certamen literario Divalentis, y me animé a participar con dos relatos que fueron seleccionados y ahora forman parte de la antología 150 Rosas (que os presentaré más tarde). Leer mi nombre en la lista y ver que estaban mis dos relatos fue como subir al cielo y acariciar la luna. Me siento muy afortunada y también muy agradecida por la oportunidad que nos están dando a los escritores españoles (y a los que intentamos serlo). Cuando rellené mis datos decidí que no quería usar seudónimo, que en caso de formar parte de los seleccionados, utilizaría mi nombre. Y sería hipócrita si no admitiera que el hecho del lanzamiento de este libro es una de las principales razones por las que estoy contándoos esto precisamente hoy.

Hay otro gran motivo que está relacionado con el anterior. Las editoriales comienzan a escuchar y dar oportunidades a los autores españoles, y ¿qué hacemos? Escondernos detrás de seudónimos. Ojo, no creo que esté mal utilizar seudónimos, hay mucha gente que lo hace y comprendo sus motivos, de hecho no puedo decir que nunca más vuelva a utilizar un seudónimo. Pero creo que lo mínimo que podemos hacer, dado que se está dando una oportunidad a la literatura de nuestro país (incluso fuera de éste) es mostrar orgullosamente nuestros nombres.

¿Cuándo me plantee por primera vez esto? El año pasado, tras las palabras de llamémosle “alguien importante”, hacía un proyecto que hice con una muy buena amiga. Al concluir nos dijo que no entendía  el por qué usábamos seudónimo, que si estuviera en nuestro lugar estaría muy orgulloso de lucir su nombre. Entonces, mi amiga y yo tuvimos una conversación al respecto, y llegamos a la conclusión de que tenía razón, pero no le dimos más vueltas al asunto. Sin embargo, algo en mí empezó a cambiar hasta el día de hoy, en el que vengo dispuesta a volverme a presentar, esta vez usando mi nombre: Aida M Gómez.

El blog va a seguir con el mismo nombre, como una especie de tributo a aquella etapa de mi vida y su contenido va a seguir siendo el mismo, voy a continuar con la misma honestidad que he tenido hasta el momento.

Con esto, descuelgo el cartelito de “Closed for exams” y reanudo mis publicaciones habituales.

Nos leemos.

Besitos, Aida.